lunes, 16 de mayo de 2011

Vicente Castellano: La obra maestra desconocida.


Alfonso de la Torre
Noviembre de 2010
La historia del arte de nuestro tiempo cruza, con
frecuencia, por delante de los ojos cansados de
una contemporoneidad que es impacientemente
asaltada por el éxito de las imágenes. Esahistoria
de los creodores es reconstruida con algo de la
tristeza contenida en un pálido diarama que
conservara también el eco de un acontecer épico,
pergeñado entre los recuerdos de los talleres
polvorientos y afanasos de losgrandes nombres de
la pintura o escultura contemporáneas: Braque,
Picasso,Miró, Matisse,Giacometti. Kleeo Kandinsky
sonalgunos de losprotagonistas. Todosellos,y otros
más, parecen articularse en una línea sucesiva,
generadara de lo que presume ser una historia
ordenada, dando la luz precisa sobre el arte del
sigloveinte, atravesando asíel tiempo sinpreguntas,
obviando que el conocimiento ha crecido -como
recuerda Steiner- más entre zozobras y fracturas,
Periódico con dos círculos. 1958 - Collage/papel - 33 x 51 cm
interrogaciones e inquietudes,congoja al cabo, que
en la placidez de una narración con final feliz.Esen
este punto en el que también hay que recordar
cómo, sin embargo, numerosos artistas, ciertos de
ellostambién capitales para el arte contemporáneo,
cruzan las horas con distanciada parsimonia,
pareciere dotados de una cualidad extraordinaria:
la de ser portadores de un tempo diferente, algo
que, a la par que les convierte en distinguidos,
agiganta su talla de artistas. Artistas de ese otro
tempo serían bien conocidos: Sironi. Morandi o
Szenes,citando tres ejemplos de un arte esencial
construido con luces silenciosas y paz, arte tal un
milagro, que vienen ahora a mi memoria.
Empero, el mundo del arte, simbolizado en los
Museos,pareciere haber sido secuestrado por una
plebe de artistas que se niega a abandonarlos. La
cita, cosi textual. no esmía sinoque esya centenaria
y escrita por Balzacquien adivinaba asíla inminente
llegada de un tiempo decadente y manierista,
época también del desencanto a la deriva circo
1882del Monsieur Folantin de Joris-KarlHuysman.
Serán los tiempos de un vaticinio, -del primero
citado, en "LaComedia Humana''-, que llega hasta
nuestrosdías:"ahora, en lugar de un torneo tenemos
Crocante y escalera. 1958 - Collage/papel - 34 x 51 cm
un motín; en lugar de una exposición gloriosa
tenemos un tumultuoso bazar, y en lugar de una
selección, la totalidad (...) el gran artista pierde (...)
ahí donde no hay juicio, tampoco hay cosa que
juzgar'. Se adelantaba Balzac al Blanchot de las
palideces, aquel que viera en la existencia de los
museos un significativo preámbulo de tiempos
oscuros:"losmuseosno son el mayor logro que una
cultura puede alcanzar sinomás bien el preámbulo
de tiempos oscurosen que el arte habrá dejado de
ejercer susfunciones". Balzac refería también así
diversas cuestiones, todas ellas capitales para el
arte: reflexionaba sobre algo tan complejo como el
arte y surelación con el espectador, otrosísobre la
feria de las vanidades refrendada por la noble
institución museísticay adivinaba, a la par, en qué
se convertirían ciertas zonas del mundo expositivo.
Mas también Balzac encaraba con arrojo una
cuestión más intensa, tal es el análisis sobre el
concepto de obra de arte absoluta. Así. la más
perfecta obra de arte sería aquella que no fuere
frecuentada, la alejada del marasmo del tiempo,
la obra que quedase a salvo de todas las miradas:
héfas!. la obra maestra desconocida.
Larareza del trabajo de Castellano, sutendencia a
viajar al margen de lasrutastransitadas,suparsimonia
personal y la voz baja, su modestia como artista,
parecen redundar en ese interés por preservar su
particular obra maestra desconocida. A pesar de
lo cual. en la vida artística de Vicente Castellano
ha sido fundamental la inmersión,durante casi dos
décadas intensas, desde 1955,en el laberinto de
Paris.Vida evocadora a la de tantos otroscreadores
de sutiempo que vieronen esta ciudad la posibilidad
de sentirse inmersosen lo que Castellano llamó el
continuum, esto es, la rica vida artística de losaños
cincuenta desarrollada en ese lugar.
Artista refinadísimo, pintor fascinado por el esquivo
milagro de la simplicidad, -que sobre él dijera su
compañero de aventuras artísticasVicente Aguilera
Cerni en 1956-, su trayectoria creativa ha sido 27
extremadamente singular y heredera de aquella
afirmación que tanto me gusta de Herbert Read.
Tanto da que su vida como artista sucediera en
Valencia, Madrid o en Paríspues, al cabo, el artista
-escribe Read- essiempreunforastero. 0, también
para este caso, aquella otra mención a un recuerdo
que pende en mi memoria, dicho por Malraux en
Saint-Paul-de-Venceuna tarde de 1964y que puede
aplicarsea la larga trayectoria artísticade Castellano
y su complejo devenir entre las dificultades de los
fiempos de la posguerra mundial: el arte de nuestro
tiempo no era la cuestión lineal de la que presume
la voz engañosa de la historia,sino que también el
gran arte podría haber surgido desde una historia
de zozobras,desde la ascuridad de la noche.
Como su admirado parisino Juan Gris,Castellano,
trasterrado de su Valencia natal. se convertiría en
un pintar de un tempo otro, un tempo que pareciere
haber atendido en lugar priaritario a su voz interior.
Untiempo que algún crítico de supintura vio como
atravesado, más bien, me atreveré a escribir,
zaherido, por una melancolía indefinible que
acompaña el calmo ritmode susformasy estructuras,
la superposición delicada de los planos de colar, la
sobriedad de sus relieves monocromáticos, la
disciplinada tempestad que baña suscollages de
materias. Castellano es un artista al que se podría
aplicar aquella máxima recordada por Jean Cassou:
un serdotado de un raro carácter de perfección y
pureza. Pintor minucioso sobre el que se podría
mencionar también el calificativo de lírico, en el
sentido de atender en su pintura al misterioso
encanto de esavozinterior,antescitada, pictopoesía
hecha de versos pacientes, meticulosos, baladas
de purísimo brillo sustanciadas en la construcción
permanente de historias pintadas ensambladas o
concebidas con paciencia, y en la segura expresión
del propósito de elevación del espíritu.
PuesCastellano ha sido defensor desde susinicios,
también por escrito, de la trascendencia del arte,
de la comprensión de éste como un factor de
enriquecimiento emocional, arte como prosecutor
de la plenitud. Así. no es extraño que Castellano
declarara recientemente a la prensa, con ocasión
de su reciente exposición retrospectiva celebrada
este año, que "el artista hace una interpretación
subjetiva de su realidad, y en mi caso ha sido
espiritual y profunda, invitando al espectador a
participar en ella". Puesformas y líneas,materiasy
planos, colores y no-colores, son planteados por
Castellano en la difícil e inasible esfera del espacio
a la búsqueda, pareciere, de una esquiva vida
superior. El afán por proclamar la búsqueda de una
belleza inteligente es para el artista una decisión
valerosa pues es, también, signo de evidencia,
exposición al riesgo, arte realizado completamente
al descubierto mostrando lo que es,en definitiva, el
supremo ejercicio de la fe en el oficio de crear.
Al cabo, concluyendo, pienso que Castellano
suscribió durante todo su quehacer, como pocos
privilegiados artistasde nuestro tiempo, la máxima
del protagonista de "Laobra maestra desconocida":
"Hay que tener fe, fe en el arte (...) para crear algo
osí".

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