miércoles, 6 de julio de 2016

AGUSTÍ PENADÈS: "Acció-procés-configuració"

Museo de Arte Contemporánero Florencio de la Fuente

Del 8 de julio al 25 de septiembre de 2016

Inauguración viernes 8 de julio a las 20:00 h



MATERIALIDAD ORGÁNICA. Reflexiones sobre la obra de Agustí Penadès.    

Una de las pruebas decisivas para un artista es superar con éxito la confrontación de diferentes momentos creativos. Por ello, una exposición retrospectiva que aglutine varios años de trayectoria es un examen que sirve para valorar la relación existente en el transcurso de un itinerario; en este caso concreto nos permite compartir un recorrido pictórico de quince años, a través de una obra que se mantiene fiel a la abstracción a lo largo de su evolución. 

La obra de Penadès muestra, desde sus inicios, las características habituales del informalismo como el espacio, el gesto y la materia. Sus creaciones se materializan con trazos gruesos en movimiento y cúmulos densos de materia que transmiten las distintas vivencias y sensaciones. Un aspecto cromático que acostumbra a ser de gamas sórdidas y sin estridencias, a base de tonos severos, graves y sombríos -grises, marrones o negros–, y en superposición estallan vibraciones tímbricas de colores más vivos –rojo, ocre, siena, amarillo– que subrayan el potente sentimiento de lucha interior.

Podríamos decir que Penadès forma parte de aquella tradición pictórica de la escuela española en la que la vena negra que recorre desde Goya, pasando por Gutiérrez Solana y se afianza con Saura, Millares o Viola encuentra en el sentido dramático un lenguaje expresivo de una vitalidad exuberante.

Este artista valenciano, nacido en Manuel (Valencia) en 1935, pero afincado en la comarca del Bages (Cataluña), utiliza además de los pigmentos pictóricos, materiales industriales poco comunes, como resina acrílica, hollín, fragmento de madera o piezas metálicas. Esto le permite realizar pinturas que se escapan del formato bidimensional y que podrían estar a medio camino entre la pintura y la escultura.

Penadès se acerca con su obra al Aikido, una técnica de artes marciales de origen japonés que no tiene ninguna acción de ataque, sino que se basa en esquivar y evadir al contrincante. La característica fundamental del Aikido es la búsqueda de la neutralización del contrario en situaciones de conflicto, dando lugar a la derrota del adversario sin dañarlo, en lugar de destruirlo. El artista traslada sus conocimientos de este arte a las obras, proyectando la pintura sobre las telas, incluso a veces vestido con una túnica blanca y reproduciendo los movimientos del aikido. Esto explica también porque se siente más cómodo con los grandes formatos con los que establece intensos diálogos rítmicos en una búsqueda de la perfección física, mental y espiritual del ser humano, a través de la práctica continua. Una manera acorde a su forma de ser en el que encuentra el equilibrio perfecto. “Mi trabajo no es premeditado, sino que cuando pinto surgen las pulsaciones del subconsciente”, según sus propias palabras.

Para el artista, el arte es una prolongación de la vida misma, un espacio donde busca reconocer el mismo estado de intensidad con el que vive. El gesto, descarga la energía acumulada como si de latigazos que rasgan la tela se tratase; unos impulsos que son el reflejo directo del estado visceral del pintor.  Una crudeza expresiva y descarnada de fulgurantes destellos que evoca la tensión y el desacuerdo entre el hombre y el mundo. En este sentido, podríamos decir que es un artista de mirada expresionista; una mirada que, a medida que se desarrolla, pierde su cohesión y definición hasta llegar a desencajarse.

La fuerte tensión de su pintura radica en el equilibrio de contrarios entre el orden y el caos, la organización y el desorden, la construcción y la destrucción, lo orgánico y lo tectónico, en una dinámica constante de contrapuntos. En la mayoría de las piezas, parece que la lucha de las fuerzas dispares pugne para crear una tensión que lo quiere estallar todo. Entiende el gesto como una manera de hacer constar sobre el soporte vivencias y experiencias y, con el tiempo, su pintura ha revelado como un diario vital del individuo en el que materializa la inmediatez del acto de pintar de un momento único e irrepetible. 

En el texto del libro Penadès. 25 anys de pintura (1993), Vázquez Montalbán habla de él con estas palabras: “El artista se sitúa en un punto del universo y puede reinventarlo mediante el dominio de un lenguaje hecho de materia plástica y en el signo caligráfico. Está en el espacio, portavoz de una moral, de una voluntad de relación con la naturaleza, consigo mismo y en definitiva buscando una propuesta de equilibrio y armonía basada en la identificación con el cosmos.” Y añade: “Para él cada cuadro es una aventura desde el conocimiento que puede desencadenarse desde una energía profunda movilizada por el automatismo psicológico. Penadès en cambio no recurre a un automatismo incontrolado, sino a un juego continuo de doma del inconsciente por parte de “la mente superior”, es decir, la intervención de la inteligencia y el saber específico de un pintor conduciendo y provocando el automatismo”. 

La exposición que presenta el Museo de Arte Contemporáneo “Florencio de la Fuente” de Requena incluye una treintena de obras, algunas de gran formato que representan el trabajo de los últimos 10 años de este pintor de eco informalista. Un hilo conductor conecta el conjunto de sus obras gracias a un lenguaje basado en el gesto, en el automatismo del trazo que dibuja tras de sí la energía arrebatadora de las emociones, los ritmos que se entrecruzan dejando cúmulos y rastros de materia a su paso; en definitiva, una expresión contundente dictada por sus ímpetus y sus inquietudes más vitales.       

Joan Gil Gregorio 
Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte 
Comisario de la exposición

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